La relación entre Taijiquan y las enfermedades degenerativas de las articulaciones es controvertida. Aunque existen estudios que se han encontrado efectos positivos en personas con artritis reumatoide (Han, Robinson, Judd, Taixiang, Wells y Tugwell, 2004) y osteoartritis (Song, Lee, Lam y Bae, 2003), otros trabajos se muestran menos optimistas. Este debate, aún abierto, empezó con los trabajos de Paul Lam, quien desde los años noventa ha creado diferentes sistemas de “tai chi para la salud” (ver, aquí), entre ellos uno específicamente recomendado para la artritis.
El sistema de trabajo de Paul Lam ha sido puesto a prueba en diferentes estudios. En este post me gustaría mencionar uno que he conocido recientemente, y que fue realizado en Corea del Sur por Eun-Nam Lee, Young-Hee Kim, Won Tae Chung y Myeong Soo Lee (2008). Se trata de una prueba controlada aleatoria en la que participaron 30 pacientes con espondilitis anquilosante, divididos en dos grupos, uno de los cuales realizó un programa de TJQ (N=13), y otro que no realizó ningún tipo de tratamiento basado en el ejercicio físico (N=17). Los grupos no se diferenciaban significativamente en términos de género, edad, duración de la enfermedad, estado civil, religión, situación económica o consumo de medicamentos.
El programa de Taijiquan incluía dos sesiones semanales de entrenamiento, con una duración de 60 minutos cada una. Estas sesiones se extendieron por un total de 8 semanas y estuvieron acompañadas con entrenamiento en casa (una vez al día las primeras 6 semanas y dos veces diarias durante las últimas semanas, con la ayuda de un libro de instrucciones). El entrenamiento incluía una fase de calentamiento, la práctica de la forma de 21 movimientos de Paul Lam y una fase de enfriamiento.
Forma de 21 movimientos de Paul Lam
Antes de dicha intervención, Eun-Nam Lee y sus colaboradores (2008) midieron en todos los participantes la actividad de la enfermedad (utilizando el indicador BASDAI, que incluye preguntas sobre fatiga, dolor dorsal, dolor en las articulaciones, dolor y rigidez matinal), la distancia entre los dedos de las manos y el suelo (con los pacientes intentando tocar la punta de sus pies con las rodillas extendidas) y la depresión (con la ayuda de la Center for Epidemiologic Studies Depression Scale). Los resultados obtenidos en estas primeras evaluaciones fueron muy similares en ambos grupos.
Los autores reportan que, después de esta intervención, el grupo de Taijiquan mostró una mejora significativa de sus síntomas y de su flexibilidad en comparación con el grupo de control. Todas las medidas utilizadas fueron significativamente menores en el grupo de TJQ si se las compara con las medidas tomadas antes del inicio del programa (mientras que en el grupo de control no se encontraron cambios). La mejora en los síntomas de depresión, sin embargo, no fue significativa. Las autoras concluyen que el Taijiquan puede disminuir los síntomas de la espondilitis anquilosante y mejorar la flexibilidad de los pacientes.
Referencias
Han, A.; Robinson, V.; Judd, M.; Taixiang, W.; Wells, G. Tugwell, P. (2004). Tai chi for treating rheumatoid arthritis. Cochrane database of systematic reviews, 3: CD004849.
Lee, Eun-Nam; Kim, Young-Hee; Chung, Won Tae; Lee, Myeong Soo (2008). Tai Chi for Disease Activity and Flexibility in Patients with Ankylosing Spondylitis—A Controlled Clinical Trial. eCAM, 5(4):457–462
Song, R.; Lee, E.O.; Lam, P.; Bae, S.C. (2003). Effects of tai chi exercise on pain, balance, muscle strength, and perceived difficulties in physical functioning in older women with osteoarthritis: a randomized clinical trial. The Journal of Rheumatology, 30(9):2039–44.