«Es la sensación de contacto. (…) En cualquier ciudad por la que camines (…) pasas muy cerca de la gente y esta tropieza contigo. En Los Ángeles nadie te toca, estamos siempre tras este metal y cristal. Y añoramos tanto este contacto, que chocamos unos contra otros solo para poder sentir algo»
Así empieza la película «Crash», de Paul Haggis, donde las vidas de los personajes se ven envueltas en intrincados choques cotidianos. ¿Es como la vida misma? En cierta forma lo es. Todos buscamos -de una u otra forma, en un momento u otro- esa «sensación de contacto». Pero no todos lo hacemos a través de una colisión frontal con el coche del vecino. Los practicantes de Taijiquan, por ejemplo, tal vez prefieran el «empuje de manos» (tui shou).
Practicar Taijiquan es un acontecimiento social. No es solamente la cristalización de cientos de años de tradición acumulada, y de innovaciones transmitidas de maestro a discípulo a lo largo de varias generaciones. Es también una oportunidad para encontrarse con otros practicantes, maestros, instructores, curiosos y, por qué no, críticos o escépticos. Algunos autores han empezado a apuntar lo importante que resulta, especialmente para los practicantes, contar con este «mundillo».
Hace poco, en un post sobre los efectos del Taijiquan en el bienestar de los mayores, citaba el trabajo realizado por Li y sus colaboradores (2001). De acuerdo con estos investigadores, el impacto psicológico positivo que tiene el Taijiquan en quienes lo practican puede deberse, en parte a las oportunidades que inaugura para las relaciones humanas:
…the social environment is an important influence on physical activity participation. One’s social milieu, including friends, family members, relatives, social clubs, and other groups, may play an important role in affecting both the health and perceived well-being of an individual. (p. 77)
Mary Gergen y Kenneth Gergen (2005), reconocidos psicólogos sociales, estaría de acuerdo con Li y sus colaboradores. Después de revisar la literatura sobre lo que llaman «envejecimiento positivo» concluyen que el mantenimiento de relaciones positivas con otros refuerza la autoconfianza de los mayores, mejora su autoestima, les ayuda a proponerse metas significativas, y además de generarles bienestar, les brinda consuelo en tiempos difíciles. Estas relaciones pueden establecerse, continúan los autores, a través de la participación en actividades físicas como bailar o jugar a los bolos. El Taijiquan, podría ser fácilmente una de estas actividades.
Ciertamente, la práctica del Taijiquan supone el establecimiento de relaciones sociales potencialmente significativas. Los grupos de práctica pueden convertirse en grupos de interés, así como en ricos espacios de socialización. Aunque poco se sabe de las dinámicas sociales que caracterizan a estos grupos, ya hay autores que apuntan algunos de sus beneficios; y no solo para los mayores. En un estudio con personas con discapacidad, Blinde y McClung (1997) encontraron que el contacto social con pares y profesionales fue valorado positivamente por los participantes de un programa de actividades deportivas y recreativas (en el que se incluía el «tai chi») implementado en los Estados Unidos. En palabras de una de las entrevistadas en el estudio, las clases de tai chi «me dieron la oportunidad de hacer algo que rara vez hago, y eso es tomar un poco de tiempo y socializar con gente». Esta posibilidad de interactuar con otras personas en el contexto de la actividad física tuvo efectos positivos en la auto-percepción de los participantes en dicho programa.
Para el caso de personas con enfermedades crónicas o que tienen que seguir tratamientos de por vida, Jahnke (2005) sostiene que la interacción y el apoyo social pueden resultar altamente saludable:
Qigong and Tai Chi are generally learned in a context of weekly training and practice with a group. One recent study found that supportive group activity not only assists in moderating risk for future cardiac events but also fosters selfefficacy in sustaining an exercise program.
Los niños también pueden verse beneficiados por el contacto social que proveen los grupos de Taijiquan. En un artículo reciente sobre el control del sobrepeso en los niños, Li (2011) afirma…
Kids can make friends when they attend group classes. The camaraderie among kids can make them really enjoy the workout. A Tai Chi class is more fun than jogging on a treadmill.
Así pues, el Taijiquan no es solo un camino de desarrollo estrictamente personal. Su aporte en el aumento del bienestar y la calidad de vida pasa, en cierta medida, por la generación y fortalecimiento de redes sociales de apoyo, la creación de grupos de interés y la promoción del intercambio significativo entre los practicantes. ¡Recuérdalo antes de que te aproximes al próximo choque!
Referencias
Blinde, E.M.; McClung, L.R. (1997). Enhancing the physical and social self through recreational activity: Accounts of individuals with physical disabilities. Adapted Physical Activity Quarterly, 14:327-344.
Gergen, M.; Gergen, K. (2005). Positive aging: Reconstructing the lifecourse. In C. Goodheart & J. Worell (Eds.) Handbook of Women and Girls (pp. 416-426). New York: Oxford.
Jahnke, R. (2005). Qigong and Tai Chi: Traditional Chinese Health Promotion Practices in the Prevention and Treatment of Cardiovascular Disease (p. 204-219). En Frishman, W.H.; Weintraub, M.I.; Micozzi, M.S. (Eds.). Complementary and integrative therapies for cardiovascular disease. United States of America: Elsevier.
Li, F.; Duncan, T.E.; Duncan, S.C.; McAuley, E.; Chaumeton, N.R.: Harmer, P. (2001). Enhancing the psychological well-being of elderly individuals through tai chi exercise: A latent growth curve analysis. Structural Equation modeling: A multidisciplinary Journal, 8(1): 53-83.
Li, V. (2011). Childhood obesity and Tai Chi. Disponible en http://www.examiner.com/tai-chi-in-national/childhood-obesity-and-tai-chi
Actualizado el 24 de junio de 2012