En diciembre de 2011, casi cuatro años después de que el Congreso de los Diputados solicitara un informe sobre la situación de las «terapias naturales» en el Estado Español, se dio a conocer el primer documento de análisis que sobre este tema ha elaborado el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad (ver, aquí). El documento ha generado un cierto eco en los medios de comunicación españoles, que ávidos de un titular de impacto, no han dudado en calificar de «dudosas» las terapias alternativas (El País, 27 de dic. de 2011), y en afirmar que «Sanidad pone en duda la eficacia de las terapias naturales» (Público, 21 de dic. de 2011) o que «el efecto de la homeopatía es placebo» (Noticias de Navarra, 21 de dic. de 2011).
El mencionado informe ha comprometido el esfuerzo de representantes del Ministerio de Sanidad, del Instituto de Salud Carlos III, del Ministerio de Educación y de las Comunidades Autónomas, y ha sido revisado por Asociaciones, Sociedades y Colegios Profesionales de diverso tipo. Aunque se ha publicitado como un análisis de 139 técnicas distintas, solo dedica una verdadera atención a la acupuntura, la homeopatía y las terapias físicas y manuales (particularmente la «manipulación espinal osteopática»). Sin mayores detalles con respecto a las demás prácticas, concluye que «sólo una parte tiene influencia directa sobre la salud y el resto van fundamentalmente dirigidas al bienestar o confort del usuario». Un profesional de la salud entrevistado en la televisión pública resumía a su manera esta conclusión: la satisfacción que siente una persona después de pasar por el estilista es, a juicio de este experto, lo más parecido al efecto de las terapias naturales. Legítimamente puede uno preguntarse, ¿cómo puede sostenerse «científicamente» una afirmación semejante, sin la existencia de «evidencia científica» suficiente o, lo que es peor, con evidencia recabada sobre solo un reducido grupo de disciplinas?
El lector del informe ha de tener en cuenta que su objetivo no es otro que el de justificar la necesidad de regular la formación, práctica y ejercicio de las formas de medicina no convencional. En cumplimento de dicho objetivo -loable si se entiende como una forma de proteger al consumidor incauto o al paciente insatisfecho con el trato recibido por los representantes de la ciencia médica- se trata de identificar aquellas sobre las que se puedan tomar decisiones con un mínimo de seguridad. Sin embargo, por el camino termina desacreditando una amplia gama de disciplinas. Entre estas últimas, el Taijiquan, el Yoga o el Pilates son algunas de las 139 que, después de un examen (que se asume) riguroso, han sido excluidas de la lista de técnicas que tienen «repercusiones directas sobre la salud», y han sido ubicadas «más en el ámbito del bienestar, el confort físico y emocional» (p. 28). El lector desprevenido ya podrá entonces ubicarlas en la lista que encabeza la peluquería de su barrio.
Nos encontramos aquí ante un problema de fondo. No se trata de recordar que existen cada vez más estudios que prueban los efectos positivos del Taijiquan sobre la salud (cosa que, en todo caso, no ha sido considerada por los redactores del informe). Sino de llamar la atención sobre lo impreciso y lo riesgoso que resulta sugerir que el Taijiquan sea una forma de medicina natural o alternativa. No puedo dejar de apuntar aquí, que a pesar de lo que pueda decir el National Center for Complementary and Alternative Medicine de los EEUU y el Ministerio de Sanidad español, esta disciplina no es, en sí misma una terapia. Como tampoco lo son el Yoga o el método Pilates. El mismo informe define el Taijiquan como «un arte marcial desarrollado en China» (p. 96), con lo que resulta sorprendente que se le pidan cuentas por no parecerse lo suficiente al sistema médico occidental. ¿Se le pide acaso al judo, a la lucha grecorromana o al boxeo?
Todo guerrero, nos recuerda Jan Silberstorff (2009) se cuida meticulosamente de mantener un buen estado de salud. De ello depende que pueda hacer con efectividad, y durante el mayor tiempo posible, aquello para lo cual se entrena cada día. Algunos tienen en este empeño más éxito que otros; pero de aquí no puede concluirse que un arte marcial que te convierte en un peleador habilidoso y en una persona saludable sea una buena medicina. Eso sería reducir indiscriminadamente su complejidad y su significado; y es, desafortunadamente, lo que hace el Ministerio de Sanidad en su informe: abrir la puerta para una serie de afirmaciones desproporcionadamente parciales, que aunque se dicen asentadas sobre un criterio científico están basadas en la incomprensión y, podríamos incluso afirmar, en el etnocentrismo.
Referencias:
Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad (2011). Análisis de la Situación de las Terapias Naturales. Disponible en: http://www.msps.es/novedades/docs/analisisSituacionTNatu.pdf.
Silberstorff, J. (2009). Chen: Living Taijiquan in the Classical Style. United States: Singing Dragon.